SUECIDIA (El país anteriormente conocido como Suecia)
Según el diario La Gaceta
Los problemas se le acumulan en la puerta a las autoridades suecas.
La Policía fronteriza sueca no ha tenido más remedio que admitir que nueve de cada diez marroquíes que llegan al país mienten sobre su edad para tratar de lograr unas ayudas sociales más beneficiosas
El nuevo acuerdo de cooperación entre ambos países ha puesto de
manifiesto lo que era un secreto a voces. Desde el comienzo de la crisis
migratoria hay una imagen que se ha repetido en todos los países:
hombres varones en edad de pelear huían sin sus familias de las zonas de
conflicto. Políticos como Viktor Orbán dudaron de que se tratara de
verdaderos refugiados de guerra y las élites mundiales confirmaron sus
sospechas. 2016 fue el pistoletazo de salida a una operación cuyo
objetivo principal era lograr mano de obra económica en todo el
continente.
Las autoridades suecas han desvelado que los procesos actuales de
control habían fracasado y más del 90% de los admitidos en el país había
logrado mentir sobre su edad.
(...)
Las pruebas realizadas entre mediados de marzo y finales de octubre
por la Junta Nacional de Medicina Forense (Rättsmedicinalverket) han
revelado que el 83% de los migrantes “menores de edad” evaluados eran en
realidad adultos. Un caso similar al ocurrido en Alemania, donde Angela
Merkel tuvo que admitir que no habían sido capaces de controlar la
situación y la mitad -el 49%, para ser exactos, 482- de los inmigrantes
que se presentaron como menores de edad en la ciudad alemana de Hamburgo
este año son, en realidad, adultos, según un nuevo informe de la
Oficina de la Seguridad Social.
Falsedad documental
Un pediatra sueco desmontó en el mes de septiembre del año pasado las
cifras que las autoridades ofrecían a diario acerca de la crisis de
refugiados. Este hombre, encargado de tratar a alguno de los miles de
recién llegados, aseguró haber visto a muchas personas catalogadas como
niños que en realidad eran mayores de edad e incluso algunos de ellos
superaban los cuarenta años.
“Son muchos los casos de supuestos niños que tienen barba y bigote”, aseguró Josef Milerad,
cuyas palabras crearon conmoción en todo el país. Suecia ha acogido
durante el último año a 31.000 solicitantes de asilo, unas cifras muy
elevadas teniendo en cuenta su población. Sin embargo sorprendía que el
número de menores no acompañados en la Agencia de Inmigración fuera tan
elevado.
Milerad también denunció la persecución mediática a todos
aquellos que se atrevían a cuestionar las políticas migratorias del país.
“Propones mayor seguridad y te tachan de xenófobo”, sentenció. “Mucha
gente no tiene el valor de hablar, pero somos bastantes los que opinamos
igual. Es el momento de poner freno a este atropello”, señaló.
Asaltos en masa en festivales de música
En 2016, con la llegada del verano y los tradicionales festivales de
música, las agresiones y abusos a manos de recién llegados se
multiplicaron por todo el país. En el Festival de Bravalla, varias jóvenes de apenas quince años denunciaron cómo habían sido “molestadas sexualmente” por chicos extranjeros.
Aunque la Policía se negó en un principio a informar acerca del caso,
finalmente admitió que se trataba de autores de origen “extranjero”.
Unos días antes, en el festival de Putte i Parken de Karlstad, se
habían denunciado hasta 32 casos similares cometidos por atacantes
“extranjeros”. Sin embargo, las presiones de las autoridades silenciaron
las agresiones. Algo similar a lo ocurrido con Selin Gören, portavoz
del movimiento izquierdista juvenil Solid. Gören fue atacada en enero en
Mannheim mientras trabajaba como activista en relación con los
refugiados. Sufrió una emboscada en un parque infantil a altas horas de la noche y la forzaron sexualmente.
Acudió directamente a la Policía a denunciar los hechos, pero aseguró
que los asaltantes hablaban en alemán. Doce horas más tarde volvió a
comisaría para admitir que había mentido y que sus atacantes hablaban en
un idioma que era probablemente árabe o farsi. Gören aseguró que su
mentira tenía como objetivo evitar la creación de “prejuicios” contra
los refugiados.
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