La verdad es terrible. Es más cómodo vivir en la cárcel que te han creado para tu mente. La cárcel que decoras a tu gusto y en la que estás bien (unos más que otros).
Tú también intuyes la verdad, pero no quieres verla.
Es como la "cornuda" que se aferra a la fe de su marido. Todos saben que la engaña. Los vecinos, familiares, compañeros de trabajo... Su mujer también "lo sabe", lo intuye, pero no quiere verlo.
Algún día se rompe el equilibrio, en la cárcel para su mente, entre lo que no quería saber y lo que ahora quiere saber o no le queda más remedio que saber. Y descubre una verdad. Y la cárcel se hace trizas. No será más feliz, ni más libre, tan sólo ha accedido a la verdad.
¿Qué pasa con mis mensajes "apocalípticos"?
Pasa lo mismo. No quieres saber la verdad.
Pero en el fondo lo intuyes. ¿No te das cuenta de que lo intuyes y que no quieres saber (como nuestra "cornuda")?
Si yo empezara a decir que en el año 2023 una civilización extraterrestre va a venir a la Tierra, nos cazarán a todos, nos torturarán y matarán. Y que la única manera de salvarse es seguir mis instrucciones os partiríais de risa.
Pero con los mensajes de este blog no se ríe mucha gente. ¿Por qué?
Los mismos que me pueden acusar de agorero, alarmista, loco, iluminado...no se ríen en absoluto. Antes se estremecen y piden que no siga hablando.
¿Por qué?
¿No será que en el fondo tú también lo intuyes, pero no lo quieres ver?
Desde hace décadas hay un tema recurrente en la literatura y en el cine, que es el apocalipsis. Hay enormes cantidades de películas y libros con temática apocalíptica, postapocalíptica. Desde desastres naturales a profecías religiosas, pasando por epidemias, guerras e invasiones extraterrestres. De cada una de los desastres (naturales, profecías...) hay abundantes películas que todos hemos visto o conocemos.
Flota algo en el ambiente, en el subconsciente colectivo, pero no lo queremos reconocer.
La Civilización nos ha llevado a altas cotas de comodidad y racionalidad.
Como civilización cómoda no nos exponemos a riesgos para poder comer y sobrevivir cazando un gran animal. Pero esas pulsiones primitivas siguen en nostros y en el fondo las añoramos. Por eso vamos al cine a exponernos a emociones primitivas, pero controladas. O algunos se tiran de un puente o hacen otras actividades de riesgo. Porque el instinto está ahí, pero ya no lo necesitamos para sobrevivir, simplemente para "vivir" rememorando pulsiones atábicas que nos llevan al riesgo y al límite del hombre primitivo, pero en la comodidad de una butaca de cine o de la cuerda que impide que rompas la cabeza cuando saltas de un puente.
En cuanto a la racionalidad, hemos construido un mundo centrada en ella. Los edificios, coches, estaciones espaciales, ordenadores, las bombillas...todos estos avances los hemos obtenido razonando, acumulando conocimiento, probando, ensayando.
Y en este mundo centrado en la racionalidad, las "intuiciones", premoniciones, profecías...sobran. Las deshechamos.
Sin embargo, como las pulsiones del hombre primitivo que siguen en nosotros, esta conexión mística con la naturaleza, Dios, la espiritualidad, ahí sigue aunque la ignoremos.
Y aunque no queramos escuchar esa conexión con lo otro, sabemos en el fondo que está ahí. Algunos deciden escuchar y otros prefieren vivir en la cárcel que han creado, que habéis creado, para vuestra mente.
Como la "cornuda" tenía miedo de saber la verdad, por eso decidía no saber.
Muchos deciden no escuchar, porque lo que hay que escuchar no es en absoluto alentador. Pero ahí está, como la infidelidad de la pobre mujer engañada.
La realidad es tozuda y la verdad ahí está aunque no quieras verla.
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