El cineasta francés de izquierdas, Cyrille Martin pone el caso 11-M patas arriba 13 años después de la masacre en un documental en el que cuestiona la verdad oficial y que ya está disponible.
Quizás ahora el reportaje de un francés de izquierdas haga que muchos izquierdistas se replanteen la versión oficial, ya que hasta ahora la sola duda de la misma les soliviantaba e irritaba, al percibir estas teorías como conspiranoias de "fachas" que pretendían hurgar en los muertos por resentimiento al perder de las elecciones.
Aunque les parezca increíble, hay gente que queremos saber la verdad. Aunque esto no lo quieran entender los "beneficiados" (que no necesariamente responsables) del atentado más salvaje cometido en España.
Quizás ahora el reportaje de un francés de izquierdas haga que muchos izquierdistas se replanteen la versión oficial, ya que hasta ahora la sola duda de la misma les soliviantaba e irritaba, al percibir estas teorías como conspiranoias de "fachas" que pretendían hurgar en los muertos por resentimiento al perder de las elecciones.
Aunque les parezca increíble, hay gente que queremos saber la verdad. Aunque esto no lo quieran entender los "beneficiados" (que no necesariamente responsables) del atentado más salvaje cometido en España.
El 11-M pudo ser una operación de servicios de inteligencia nacionales o extranjeros. Entre la nacional podrían estar afines al PSOE y en la internacional se apuntó en su día a Marruecos
Aunque la sola duda sobre la versión oficial se etiquetó rápidamente de conspiranoia y hasta "fascismo", lo cierto es que se sigue sin saber quien es el autor intelectual. Han desaparecido pruebas o se han destruido y se han construido (presuntamente) pruebas. No se sabe quien puso las bombas.
Según Luis del Pino, no existe tampoco ninguna prueba de que fuera ETA. Y, de hecho, existen otras alternativas mucho más verosímiles, como la de que el 11-M fuera una operación de servicios de inteligencia nacionales o extranjeros.
Por otra parte, Fernando Múgica muere sin llegar a poder publica un libro basado en sus investigaciones sobre el 11-M, habiendo llegando a decir que el 11-M le había matado.
Investigar el 11-M me costó un matrimonio, que todo el periódico me dejara prácticamente de hablar, el desprecio de mis compañeros de tantos años… creyeron que estaba loco, que estaba mintiendo
Según Luis del Pino ni ETA ni Al Qaeda pudieron llevar a cabo las falsificaciones de pruebas que las investigaciones periodísticas han demostrado. Por ejemplo, ni ETA ni Al Qaeda depositaron en Alcalá de Henares el coche Skoda Fabia que apareció tres meses después del atentado. Tampoco ETA o Al Qaeda pudieron hacer aparecer pruebas falsas en dependencias policiales ni simular las falsas llamadas de despedida de los falsos suicidas de Leganés.
El hecho de que ningún partido político hace nada porque se investigue la masacre es, precisamente, según Luis del Pino, el indicio más sólido de que el 11-M no lo cometieron ni ETA, ni Al Qaeda. Si hubiera sido realmente un atentado de Al Qaeda, el PSOE no habría perdido ninguna oportunidad de restregarle el atentado al PP de manera continua a lo largo de estos seis años. Y si hubiera sido ETA, es el PP el que habría hecho lo posible por abanderar las investigaciones.
El hecho de que ningún partido político hace nada porque se investigue la masacre es, precisamente, según Luis del Pino, el indicio más sólido de que el 11-M no lo cometieron ni ETA, ni Al Qaeda. Si hubiera sido realmente un atentado de Al Qaeda, el PSOE no habría perdido ninguna oportunidad de restregarle el atentado al PP de manera continua a lo largo de estos seis años. Y si hubiera sido ETA, es el PP el que habría hecho lo posible por abanderar las investigaciones.
Sin embargo, ambos partidos han hecho todo lo posible por evitar que se hable del 11-M o se remueva el 11-M. Lo que apunta a que lo que se está intentando encubrir con la insostenible versión oficial es algo de mucho más calado que un simple atentado terrorista
La muerte de Fernando Múgica truncó su proyecto de escribir un libro basado en sus investigaciones sobre el 11-M. Este texto, en el que sostiene que las Fuerzas de Seguridad taparon con pruebas falsas el papel de "potencias extranjeras", iba a servirle de prólogo.
España era, en las semanas previas a los atentados, un entramado gigantesco de observadores, vigilantes, confidentes y agentes encubiertos. Lo mejor de cada casa estaba en las calles con los ojos bien abiertos. Corría el dinero y se palpaba una euforia prepotente. Los posibles grupos terroristas de uno y otro signo estaban tan infiltrados, tan controlados, tan neutralizados que las propias fuerzas de seguridad les daban cuerda para que pudieran seguir adelante sin sospechas, por si tenían que utilizarlos.
Un oficial antiterrorista de la Guardia Civil: «El PP ya está jodido hagamos lo que hagamos. Esto se lo van a comer los moros. Son tan gilipollas que al final ellos mismos van a convencerse de que lo han hecho.»
A veces tenían que jugar al ratón y al gato y al escondite para que unos grupos policiales no interfirieran en la labor de los otros. ¿El Tunecino? Pero si era uno de los chicos del CNI. Por eso tuvieron que espantarlo de su piso cuando el acoso de la policía se había vuelto asfixiante. Facilitaron su huida para desesperación de los controladores policiales.
Todo estos periodistas españoles han sido desprestigiados, quizás por su cercanía ideológica a la denominada "derecha". Quizás ahora el reportaje de un francés de izquierdas haga que muchos izquierdistas se replantee la versión oficial, ya que hasta ahora la sola mención les soliviantaba e irritaba, al percibir las teorías como conspiranoias de "fachas" que pretendían urgar en los muertos por resentimiento por la pérdida de las elecciones.
Cyrille Martin confiesa que su intención es la de "reabrir el debate sobre el 11-M desde un punto de vista de izquierdas". Martin quiere así luchar contra "el racismo y la islamofobia" y parte de la sospecha de que el único condenado como autor material de la masacre, Jamal Zougam es, en realidad, inocente.
A lo largo del documental de hora y media, Martin desgrana el caso y las sospechas que condujeron hasta Jamal Zougam, una serie de sospechas que apuntan a que todas las pistas que dieron con los huesos del marroquí en la cárcel proceden de fuentes policiales sin identificar o de testimonios de dudosa veracidad, como el de las dos testigos rumanas que se desdijeron de sus declaraciones originales años después del atentado, para situar a Zougam al mismo tiempo en dos trenes distintos. Este testimonio, valió el ingreso en prisión y la condena a 42.000 años de cárcel para Jamal Zougam, pero para las testigos significó su reconocimiento como víctimas de la masacre –que no lo tenían– y el consiguiente acceso a una indemnización.
Declarado activista anti-OTAN, Cirille Martin dice que la sentencia del 11-M es fruto del "odio hacia la minoría musulmana" en occidente y por eso compara el caso Zougam con el de Alfred Dreyfus, el militar francés de origen judío que fue condenado injustamente por alta traición a finales del siglo XIX.
El argumentario que despliega Martin en su documental desgrana las contradicciones en las versiones de testigos y cuestiona el origen de las pruebas sobre las que se asienta la sentencia que dictó el juez Gómez Bermúdez. Pruebas como la mochila de Vallecas, los explosivos o la explosión en el piso de Leganés.
El cineasta francés divide el documental en ocho puntos fundamentales: la cobertura mediática, la instrucción, el juicio, la bolsa, los explosivos, Leganés, los testigos, la sentencia.
El documental, muy minucioso, destaca todos los puntos que en Libertad Digital y esRadio Luis del Pino ha ido desgranando a lo largo de estos años, y en el diario El Mundo el ya fallecido Fernando Múgica en sus Agujeros negros del 11-M. La prueba de la mochila de Vallecas –que él llama "extraña bolsa"– es la pieza clave sobre la que gira el caso, cuyo origen es difuso y sin confirmar, ya que apareció sin más.
Analiza otras pruebas como el Skoda Fabia, que fue encontrado con una orgía de pruebas islamistas. Según dice Martin en su documental, las huellas dactilares que se encontraron en su interior fueron atribuidas a personas completamente distintas según las diferentes versiones que circularon de los análisis.
Sobre la instrucción recuerda que las supuestas huellas dactilares de Jamal Zougam en la furgoneta que supuestamente transportó los explosivos, o las que se situaron en la casa de Morata de Tajuña donde se supone que se fabricaron las bombas, no existieron.
Finalmente, Martin, desmiente la tesis de que Al Qaeda reivindicara el 11-M, ya que el grupo que asumió la autoría suele hacerse responsable también de catástrofes naturales, por lo que carece de credibilidad.
No podía faltar el arma del crimen, el explosivo, que tampoco quedó claro en el juicio ni en la sentencia, ya que los peritajes hablaron de Tytadin, pese a que en la sentencia se dice que explotó goma2-ECO. También destaca Martin que durante tres años no se hicieron públicos los componentes de la dinamita que se analizó.
Las testigos rumanas o el episodio de la explosión en el piso de Leganés también se desgranan en este documental, exponiendo las lagunas en la vinculación de estas declaraciones y acontecimientos con la condena de Zougam.
Finalmente, Cyrille Martin analiza la sentencia, tras desgranar el rosario de pruebas de dudosa credibilidad que representan la columna vertebral del definitivo fallo judicial. El cineasta francés se confiesa estupefacto ante la rotunidad de una sentencia que da por buenas pruebas y testimonios que, según dice, no merecen credibilidad alguna.
Martin ha autoproducido su película, que en Francia ha sido difundida con el apoyo de la cooperativa Les Mutins de Pangée, una productora de documentales conocida por su militancia izquierdista.
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