Este sábado ha fallecido un bombero herido en los trabajos para sofocar el accidente ocurrido el pasado 17 de octubre en la planta química de la empresa BASF en la ciudad alemana de Ludwigshafen, a orillas del río Rin.
Con esta son ya tres las víctimas mortales causadas por este incidente, según la información proporcionada por la propia multinacional.
Otros dos bomberos y un trabajador murieron en la explosión, ocurrida tras una fuga en una tubería de material inflamable. Otras 30 personas resultaron heridas. El accidente está siendo investigado.
Las instalaciones de Ludwigshafen, situadas a unos 80 kilómetros de Fráncfort, están consideradas el mayor complejo químico del mundo y cubren un área de 10 kilómetros cuadrados. La planta da empleo a unos 39.000 trabajadores.
Después de casi dos semanas sigue sin saberse qué pasó (o se sabe y no nos lo dicen) en las sendas explosiones a varios kms de distancia.
Pues precisamente hoy, sábado también en la ciudad de Fráncfort (Alemania) al menos cuatro personas fueron heridas con arma blanca en la sección B de la estación de metro Hauptwache, en el centro de la ciudad.
De acuerdo con medios locales, los motivos del ataque aún se desconocen. Las autoridades de la ciudad, que confirmaron los hechos a través de Twitter, señalan que el responsable aún no ha sido capturado.
Según el portal informativo alemán 'Hessenschau', las víctimas fueron trasladadas a un centro hospitalario y se encuentran fuera de peligro. El sector de la estación de metro afectado fue acordonado por la Policía y aún no está claro si los responsables del ataque fueron una o más personas ni la motivación del ataque.
La opinión pública europea vive en un Universo paralelo, gracias a la censura de los medios de comunicación. Una suerte de Matrix o del país de Alicia.
Topos esos sinvergüenzas que se llenan la boca de palabras como democracia, libertad de expresión, están sometiendo a Europa a una férrea dictadura, ocultando importante información a su población. Mientras en Rusia se habla ya de tercera guerra mundial, en Europa vivimos ajenos a todo, engañados y asistiendo a nuestra propia autodestrucción y además dando saltos de alegría.
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