Una reyerta en el CETI de Ceuta deja cinco empleados heridos: "La violencia de los inmigrantes es extrema"

El Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Ceuta se ha convertido en un polvorín, y la violencia extrema entre internos y hacia el personal marca el día a día. Fuentes policiales confirman que los enfrentamientos son «casi diarios» y que la situación ha alcanzado tal gravedad que varios trabajadores, incluidos vigilantes de seguridad y personal de cocina, han requerido atención hospitalaria tras ser agredidos. Este clima de tensión interna se suma a la presión migratoria que no cesa en la ciudad autónoma alimentada por la aparente pasividad de las autoridades marroquíes.
El último incidente grave tuvo lugar este lunes, cuando un interno de origen guineano agredió a cinco empleados del CETI durante la hora del almuerzo. Según el sindicato Solidaridad, el agresor dejó inconsciente a un vigilante, fracturó la muñeca a la jefa de cocina y causó heridas a otros tres vigilantes de seguridad. La Policía Nacional intervino rápidamente y detuvo al responsable, pero el episodio ha reavivado las alarmas sobre la seguridad en el centro. «La violencia es extrema, y esto no es un caso aislado», aseguran fuentes policiales consultadas por LA GACETA. «Los enfrentamientos entre internos y las agresiones al personal son una constante que está desbordando al CETI», advierten.
Los trabajadores, representados por Solidaridad, han denunciado que la dirección del centro, bajo el mando de su nuevo responsable, no aplica medidas efectivas contra los residentes problemáticos a pesar de que el reglamento lo permite. «Se sabía que este individuo tenía antecedentes por agresiones, pero no se hizo nada hasta que estalló este ataque», lamenta el sindicato, que exige la expulsión de los responsables a sus países de origen en lugar de traslados a la península.
La escalada de violencia en el CETI no puede entenderse sin el contexto migratorio que asfixia a Ceuta. Según datos del Ministerio del Interior, en lo que va de 2025 han llegado a la ciudad 269 inmigrantes ilegales. Sin embargo, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) eleva esa cifra a 453, lo que apunta a una discrepancia que algunos interpretan como un intento de minimizar la magnitud del problema.
«Marruecos hace más bien poco por evitarlo», denuncia un agente de la Guardia Civil destacado en la frontera. «Cuando hay mal tiempo, como con las recientes borrascas, las autoridades marroquíes desaparecen de las cercanías y decenas de personas, sobre todo marroquíes, se lanzan al agua bordeando los espigones. También hay subsaharianos que aprovechan para saltar las vallas». Esta falta de control al otro lado de la frontera agrava la presión sobre el CETI, que se ve desbordado por la llegada continua de nuevos internos.
«Los internos son muy agresivos y exigentes»